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miércoles, 10 de enero de 2018

CIRCULAR 2: SOBRE FASE DE REVISIÓN



Circular 10.01.2018

Queridos colegas de proyecto <SIERRA MÁGINA Territorio Literario II; Yo conocí a…>

Como ya habréis advertido, se ha comenzado el ciclo de REVISIÓN DE TRABAJOS.
En esta fase deberéis ir viendo las sugerencias que se os hacen en la HOJA DE REVISIÓN, devolviendo vuestro trabajo definitivo con la aceptación o rechazo de dichas sugerencias, bien entendido que la ortografía es INNEGOCIABLE.
Después de hablarlo con quienes me ayudan en el trabajo, hemos pensado que sería muy aprovechable el envío de esas revisiones a aquellos participantes que han mostrado verdadero interés en seguir escribiendo, porque, de esa forma, servirán como TALLER CREATIVO las observaciones que se hagan. ¿Estáis de acuerdo? Pues, quienes deseen recibir las hojas de revisión de otros, que me lo digan; y quienes no deseen que sus trabajos los vean otros compañeros que igualmente me lo comuniquen.

Por favor: MUY IMPORTANTE: enviad los textos en Word; usad letra 12, doble espacio sin efectos especiales, ni para texto ni para fotos, que dificultan enormemente la revisión.
 
NO OLVIDÉIS enviar, junto con el trabajo definitivo (tras su revisión) una NOTA BIOGRÁFICA de 15/20 líneas con fotografía que queráis que aparezca en el libro.

¡Vamos a por ello!



martes, 28 de noviembre de 2017

RECORDATORIO DE ENVÍO DE TRABAJOS



AVISO 1
28.11.2018
Os recordamos a todos los aspirantes que ES IMPRESCINDIBLE ENVIAR LOS TRABAJOS PROPUESTOS antes del 30 de Enero de 2018, para incluirlos en el proyecto <SIERRA MÁGINA Territorio Literario II. Yo conocí a...> (hasta 10 páginas a doble espacio, letra 12 palatino Linotype) que será presentado en la Feria del Libro de Madrid 2018.
¡Ya podéis empezar a enviarlos!

domingo, 26 de noviembre de 2017

NUESTRO AUTOR JUAN CANO PEREIRA




Juan Cano Pereira es un encuentro fortuito que se quedó para siempre.
Ya sé que la palabra “siempre” suele tener en algunas esquinas pequeños desgarros por los que se va deshilachando la labor del encuentro, cuando los encuentros son solamente fortuitos sin vocación de eternidad. Por eso, bueno será  pararnos a pensar en qué clase de encuentro estamos manejando.

Hay encuentros laboriosos como los del filtiré,  o los de la inquietante vainica ciega, que me enseñaron a hacer cuando lo nuestro -lo de las niñas digo- eran las labores del hogar, que yo me empeñé en desaprender cuando caí en la cuenta de que lo del hogar me robaba demasiado tiempo del que yo quería emplear extramuros con mi hombre en saltar ríos, subir montañas, motar a pelo en la borriquilla o besarnos sin lengua detrás de las tapias.
Esos “encuentros/labor” suelen desgastar y desgastarse porque las agujas pinchan siempre estén o no bien enhebradas.
Y abren huecos en el tejido; abismos bien cosidos y mejor rematados que ya no se pueden remendar.


Hay encuentros forzosos, como los de los confesionarios, donde se sabe que, digas lo que digas, la cosa acabará en penitencia. Esos encuentros no serían tan “penitenciosos” si no fuera por lo de la reiteración; porque aquí, y entre nosotros, por los tiempos ya lejanos de aquellos encuentros penitenciales, nunca recuerdo haber tenido verdadero propósito de enmienda habiendo como había tantísima tentación inventada por quien se inventó mi propia vida. Y no le iba yo a hacer el feo a semejante Divino Artesano de desaprovechar lo que tan generosamente me había dado para disfrute de cuerpo y de alma arrepitiéndome en mi body de su bendita obra.
Hay encuentros de quita y pon, corteses como un estornudo reprimido, como una conversación mantenida conectando la lengua cuando el cerebro está desconectado  o como una indisposición pasajera, resueltos apenas en un apretón de manos del que se queda colgando la confortable seguridad de lo efímero.

Castillo de Bélmez
Hay encuentros de viejendades en las que nos obstinamos torpemente en no reconocernos, y encuentros que vienen empujando de insultante juventud a la que ya no podemos volver (a Dios gracias).
 


Pero a mí me emocionan muy especialmente los encuentros fortuitos que se quedan para siempre, que, como el de Juan Cano Pereira, aparecen en nuestros paisajes por peripecias tan casuales que jamás hubiésemos imaginado: un viaje impensado de última hora, una coincidencia en el balcón de un guateque donde nadie nos saca a bailar, un cruce de caminos que antes no estaba…

…Un libro escrito, dibujado y fotografiado por muchas y muy variadas manos, en cuyas páginas coinciden historias inéditas y nombres nuevos a los que difícilmente se les pone rostro hasta que no llega el primer encuentro…

Entonces, en torno a ese libro eventual, se multiplican los actos, los saludos, los cruces, las coincidencias; y la eterna calidez de los brazos; y el abrazo final, que una piensa siempre que será el último. Y para retener el tiempo y desanublar soledades, se prolonga unos segundos más de lo pensado esa emocionada cercanía del beso duplicado en la mejilla, socialmente bendecida.

Si luego se quiere alardear de “autor de libro” que nos convocó al abrazo, escribimos desde el exhibicionismo presuntuoso alguna reseña que halaga nuestra vanidad y alaga nuestro encierro. 

Si lo que se quiere es alargar a solas lo del no quedarnos solos, escribimos sobre la fibra más sensible del recuerdo. 

Entonces alguien -en este caso Juan Cano Pereira, coautor del libro <SIERRA MÁGINA Territorio Literario>- va y nos lee.

Y, a continuación, va y comenta lo que nosotros hemos escrito.

Y va y nos descompone el lagrimal cuando dice:
 Por cierto, mientras te leía he sentido ese cuento a medias nuestro, que es un abrazo que durante un instante eternizamos en nuestras mejillas”.

Y una se va al cuarto de baño de un domingo sin maquillaje y busca la huella de esa eternización de mejillas unidas por un instante.

¡Y no está allí!

Porque lo de la proximidad de las mejillas fue un simple presagio de la verdadera eternidad que nos alaga sin halagarnos: la que nos sobrevivirá a todos los autores de ese libro aún después de que la vida ejerza sobre nosotros su programada obsolescencia.

“…se pondrá el tiempo amarillo/ sobre las fotografías” -que diría Miguel Hernández. Pero nuestro encuentro fortuito en ese libro mágico que es <SIERRA MÁGINA Territorio Literario> se quedará para siempre escrito, y deambulará conmovedor por las noches de todas las bibliotecas donde haya un ejemplar del mismo rondando las huellas de sus autores.

Y todos los que en él dejamos una historia de lo nuestro, como Juan Cano Pereira, seremos ante los ojos de quienes nos lean encuentros fortuitos que nos quedamos para siempre entre las amorosas páginas de un libro.

En “CasaChina”. En un 26 de Noviembre de 2017